DÍA 10: LA RECONSTRUCCIÓN DE NEHEMÍAS
JUEGO ROMPEHIELOS: ANIMALES DE LA BIBLIA
NUESTRA HISTORIA DE HOY
El pueblo de Judá había sido deportado a Babilonia por haberse apartado de Dios y por haber desobedecido a sus mandamientos.
Se habían mezclado con las naciones paganas que vivían a su alrededor y habían copiado sus abominables costumbres. Debido a eso, Dios les retiró su favor. El Altísimo se apartó y dejó que sus enemigos se enseñorearan de ellos y fueran llevados cautivos a Babilonia.
Una vez más Dios, en su misericordia, les dejaba ver que entregarse a cualquier dios que no fuera Él, lo único que traía a sus vidas era esclavitud e infelicidad, que Él era el único que, bajo su reinado, les permitía vivir en libertad y esperanza. Pero ¡qué pocas veces usamos bien esa libertad!.
Años después, estando en Babilonia, Dios despierta el corazón de un rey pagano, Ciro, para que envíe a su pueblo de vuelta a Jerusalén a edificar el templo de Dios, el lugar que el pueblo de Israel había construido para que habitara la presencia del Señor. Esdras vuelve a casa con un grupo para reedificar el templo y después Nehemías sentirá la llamada de Dios para volver a edificar las murallas de la ciudad.
Podríamos pensar que después de años de cautiverio, todo el pueblo estaría dispuesto y ansioso por volver, pero no fue así. Muchos se habían adaptado al nuevo país, después de los años habían conseguido negocios, se habían casado y sus hijos se sentían más cómodos en este país extranjero que en Jerusalén. Otra vez los había atrapado la comodidad del mundo y no querían volver a la tierra prometida. Preferían la esclavitud de una sociedad que les ofrecía riqueza y poder, ya que muchos habían llegado a puestos de importancia en el nuevo país, que volver a la presencia de Dios y a dar a conocer su nombre entre las naciones restaurando la ciudad del Gran Rey.
Estamos comenzando a salir del confinamiento, pero veo que a muchos nos está costando salir. Si bien es verdad que al principio fue duro quedarse en casa día tras día, ya nos hemos ido acostumbrando y es cómodo. Pero el Reino de Dios está ahí fuera esperando que sigamos plantando, regando y recogiendo para su extensión. Cuando salgamos a la calle nos vamos a encontrar, en muchos casos, con vidas rotas, gente sin trabajo, personas atemorizadas por un virus que ha estado acechando durante meses, y, al fin y al cabo, almas sin Dios y sin esperanza.
Por eso esta mañana siento que Dios me dice:
“Quien haya entre vosotros de su pueblo, que Dios esté con él y salga para seguir reconstruyendo el Reino de Dios.”
Sé que desde dentro hemos estado buscando a Dios y compartiendo como Dios nos ha permitido hacerlo, ¡Gloria sea a Él! Pero es tiempo de salir y de enfrentar de nuevo una sociedad rota por la ausencia de Dios.
Que nuestro testimonio ayude a conquistarla para el Soberano, Señor de señores. Que Dios te muestre la parte que te corresponde construir a ti y a tu familia y ¡manos a la obra!
NUESTRO VERSÍCULO DE HOY
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